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SAN MIGUEL DE ARALAR

hub de caminos

Los antiguos caminos de Santiago, de la Vera Cruz y el Ignaciano pasan por Aralar y sus inmediaciones, así como las actuales vías ciclables las Euro-Vèlo 1 y 3.

El largo periodo de paz del Imperio romano en el territorio vascón culminó abruptamente con las revueltas de los bagaudas, que trajeron la destrucción de Aracaeli por parte del general Merobaudes, en el año 443. La revuelta se recrudeció en el año 449.

San Paulino de Nola narra estos acontecimientos y pone en valor la fe de los cristianos que habitaban en torno a los Pirineos. Los católicos merovingios y vascones resistieron por siglos a los visigodos. En el año 589, la conversión de Recaredo propició que a partir del III Concilio de Toledo quedaran registrados los obispos de Pamplona en los listados conciliares.

El protector de la fe de los cristianos, el arcángel San Miguel, se aparece en varios lugares de Europa entre los siglos V y X. Como signo de devoción al Arcángel, defensor de la fe y capitán de los ejércitos celestiales, se comenzaron a construir santuarios e iglesias en su honor. Estos se situaron estratégicamente, tal y como se puede ver en el mapa.

El territorio vascón tiene su punto de referencia en la ciudad de Pamplona-Iruñea. El ámbito de esta ciudad episcopal se extiende desde Leire al este, hasta Aralar al oeste. El pueblo cuidará este santuario e irá reconstruyendo su templo tras varias devastaciones por parte de las incursiones de los musulmanes. Los numerosos favores divinos y milagros concedidos por San Miguel favorecieron la creación de su cofradía, que entre los siglos XI al XIII llegó a contar con 40.000 miembros.

En todo este marco, San Miguel de Aralar se constituye como un hub de caminos, en el que confluyen diversas rutas de peregrinación. Caminos como el de Santiago, el Ignaciano o el de la Vera Cruz atraviesan la sierra de Aralar y sus valles circundantes. Llama la atención la conocida como Espada de San Miguel, que alinea santuarios desde Israel hasta Irlanda, siguiendo en línea recta el curso del sol en el solsticio de verano.

Red de lugares y caminos de San Miguel   

Tras la caída del Imperio romano, la incipiente comunidad cristiana experimentó el auxilio del arcángel San Miguel a través de apariciones en las que el ángel defensor de la Iglesia ayudaba a los fieles en su combate por la supervivencia. En el libro del Apocalipsis, San Miguel se presenta luchando y venciendo al dragón, símbolo del diablo o Satanás (Apocalipsis 12,7), así como dirigiendo la liturgia celeste (Apocalipsis 8, 3-4).

Estas apariciones del Arcángel se dieron en lugares agrestes, elevados, simas o cuevas. El culto a San Miguel ha sido uno de los que más adhesiones ha suscitado en toda la cristiandad: desde su origen y fervorosa aceptación en la tradición judeocristiana oriental, arraigó con fuerza en Occidente, en especial a partir del foco constituido por los santuarios de San Michele Arcangelo (s. V), Mont-Saint-Michel y Aralar (s. VIII).

Camino de Santiago   

San Miguel de Aralar es una referencia migueliana para el Camino de Santiago, también llamado Camino jacobeo. Éste era un camino ya muy transitado en la Edad Media, cuando los peregrinos medievales tenían el deseo de visitar el Finis terrae, la tumba de Santiago Apóstol, antes de morir. En ese camino de conversión, visitaban lugares que albergaban reliquias tan o más valiosas que los restos de Santiago, el hijo de Zebedeo.

Por el valle que discurre al sur del Santuario de Aralar, la llamada Sakana, se ubicaba la Calzada militar XXXIV ab Asturica Burdigalam (Astorga – Burdeos), que vinculó fuertemente el destino de los vascones con el mundo gálico. Por la vieja vía romana, los lugareños recibieron el apoyo merovingio frente a los visigodos. Hasta la apertura del Camino Francés en el siglo XI, este paso era el único para acceder a Santiago de Compostela. Los viajeros y peregrinos dispusieron de la mansio Aracaeli para su descanso, posteriormente conocido el lugar como monasterio de Zamartze, en Uharte Arakil.