Esmaltería de Limoges
El frontal como mapa espiritual
El frontal de esmaltes de Aralar es la prueba viva de la maestría del Taller de Limoges. Esta belleza artística no sólo tiene el valor de ser una evidencia histórica o de ser el culmen de la esmaltería medieval, sino que también tiene un fin religioso:
presenta un determinado camino espiritual.
La espiritualidad que subyace bajo esta obra pertenece al Tractatus de Trinitate et Humanatione de Pedro de Artajona, también llamado Pedro de París, cuya primera página se encuentra en esta exposición.
Por un lado, este obispo defiende la fe cristiana frente a los herejes que se negaban a aceptar la perfecta humanidad de Cristo y, por ende, la Redención en la Cruz. Por otro lado, defiende la tesis de la mencionada humanización de Cristo apoyándose en el misterio de la Trinidad.
De esta manera, explica, Dios Hijo se hace hombre, asumiendo la naturaleza humana y convirtiéndose en uno de nosotros, para redimir lo humano y divinizarlo, rompiendo para siempre el abismo entre Dios y el hombre, causado por el pecado.
Precisamente esta es la propuesta que se recoge en el frontal de esmaltes de Aralar: un camino espiritual de la mano de la Virgen María y Cristo, para mirar con ojos divinos la realidad humana.
En el centro del frontal, encontramos a la Virgen, ejerciendo de trono de sabiduría, de lugar seguro y de camino hacia Dios. Ella nos presenta a Jesucristo niño, Dios hecho hombre que asume todo lo que conlleva la condición humana.
A su alrededor, se encuentran los apóstoles, testigos de Dios y propagadores de esta Buena Noticia. En las esquinas de la parte central encontramos a los evangelistas, seguidores de Jesús que aceptaron el don de la fe y que recorrieron este camino.
En la parte inferior izquierda los Reyes Magos adoran al Dios hecho niño, mientras en la zona inferior derecha se presenta la escena de la Anunciación. Este es el momento clave en el que comenzó la Salvación, gracias a la Encarnación de Dios en la Virgen María, tema principal de la mandorla.