El templo románico y su capilla
Con posterioridad a la destrucción del templo prerrománico, se habría construido o reconstruido el santuario, que es citado en documentos a partir del 1032, y que fue consagrado en 1074. Muy probablemente este santuario comprendería la zona de ábsides del templo actual.
Durante la primera mitad del siglo XII, se completa el templo, que es consagrado nuevamente en 1141. Cuatro décadas más tarde, se construye en su interior una capilla completa, dotada de todos sus elementos arquitectónicos: cuatro muros y tejado, orientada de igual modo que la iglesia, es decir, con la cabecera hacia el Este. El conjunto arquitectónico es, salvo algunas modificaciones que no resultan categóricas, el mismo que hoy podemos contemplar.
Es un edificio de tres naves, con cuatro tramos de longitud cada una de ellas. La nave central tiene una mayor anchura y en su tramo tercero está enclavada la capilla citada, que constituye un elemento realmente característico del conjunto artístico.
La cabecera está formada por tres ábsides. El central es ultracircular en el interior y poligonal en el exterior y los laterales son menores en anchura y profundidad. Debido a la irregularidad del terreno, el suelo de la iglesia se encuentra en cinco niveles diferentes, descendiendo paulatinamente a través de escalones que limitan los distintos tramos desde la cabecera a los pies (este a oeste) y de la nave del Evangelio a la de la Eístola (norte a sur).
El acceso a la iglesia se realiza a través de un nartex o atrio cerrado, construcción propia de lugares con meteorología adversa, que se levanta a los pies de la iglesia como una nave más, pero en sentido transversal. Este espacio comunica con el templo a través de tres puertas enrejadas, correspondientes a las tres naves.